La nueva arquitectura mundial es más amplia que los BRICS

Eduardo Jorge Vior para o Blog Saker Latinoamérica e Telam – 3 de junho de 2023

El viaje de la delegación argentina a China confirmó la centralidad de Eurasia en el nuevo orden mundial, la amplitud y complejidad de éste y la importancia de nuestro país en dicho armado.
Foto Prensa Mecon
Foto: Prensa Mecon.

Cuando este jueves 1 la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por su nombre en inglés), Dilma Rousseff, informó al ministro de Economía Sergio Massa que el directorio de la entidad de inversión está dispuesto a incorporar a Argentina ya en agosto, la delegación argentina no pudo esconder su sorpresa. No se esperaba tremenda buena nueva. Ni tampoco entendió en todo su alcance al ministro de Comercio de China, Wang Wentao, cuando, mirando fijamente a su interlocutor, le dijo que “Uds. tienen su modelo de desarrollo y nosotros lo respetamos”. Por supuesto que se trata de un gran avance respecto a la insistencia norteamericana en que hay un solo modelo de desarrollo (el suyo), pero en buen criollo tan tajante definición se completaría diciendo “y nosotros no estamos de acuerdo”. Es que en un año la arquitectura económica del mundo ha cambiado, China está en su centro y Argentina cumple (o debería cumplir) en ella un rol angular fundamental. Si nuestra dirigencia lo entiende pronto, está todo dispuesto para que entremos a la cabina de mando,… pero no nos van a esperar eternamente.

La delegación gubernamental y parlamentaria dirigida por Sergio Massa, Máximo Kirchner y Miguel Pesce cosechó en su viaje a Shanghai y Pekín un rosario de éxitos de dimensiones impensadas: además del compromiso de inversiones productivas y en infraestructura, Argentina se incorporará ya en agosto al directorio del NDB y al BRICS, se firmó el Plan de Cooperación en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por su nombre en inglés), se duplicó el swap con el Banco Popular de China y se convino que todo el comercio bilateral se hará en yuanes de libre disponibilidad. Nuestros representantes no podían ocultar su asombro. Pero mayor será su azoramiento, cuando comprendan las implicaciones del lugar que China nos ha reconocido.

BRIC, BRICS… BRICSA

Los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) fueron creados en 2006, pero comenzaron a tener protagonismo internacional desde 2009, un año después del estallido de la crisis financiera y económica de 2008. A este espacio se sumó en 2011 Sudáfrica, formando así el BRICS. El bloque no es un organismo de integración ni una asociación de libre comercio, sino una alianza de potencias emergentes, para impulsar relaciones internacionales pacíficas y equitativas. Sin embargo, por el tamaño y el crecimiento de las economías involucradas, la propia existencia de la alianza constituyó un desafío a la organización unipolar del mundo posterior a la Guerra Fría.

Tras la crisis mundial y por el efecto búmerang de las sanciones occidentales contra Rusia, que golpean más a Europa que a la propia castigada, junto con el vigoroso repunte de las economías de China e India luego de la pandemia de coronavirus, el BRICS ha superado el peso del G7 en la economía mundial.

Argentina se incorporará al bloque en su próxima reunión, en agosto en Sudáfrica, probablemente junto con Irán. Otros 18 países de África, América Latina y Asia han presentado sus candidaturas para ingresar a la asociación. En dicha cumbre posiblemente se decida, entre otras, el establecimiento de una moneda de referencia para las transacciones dentro del bloque, dando un importante paso hacia la desdolarización de la economía mundial.

Al ingresar a esta coalición, nuestro país entra al piso de comando del orden mundial del futuro. Al mismo tiempo, empero, debe hacerse cargo de las consecuencias de haber firmado el Plan de Cooperación en el Camino y la Franja (BRI).

EL BRI surgió originariamente en 2012, durante el mismo 18º Congreso del Partido Comunista de China en el que Xi Jinping fue electo secretario general por primera vez. Entonces se llamaba la Nueva Ruta de la Seda. Se trataba de una iniciativa para unir Eurasia con una red de vías férreas y carreteras. Más tarde se sumó la Franja, para replicar la iniciativa en el mar, desarrollando una red de puertos y vías comerciales marítimas que enlazan el este con el sur y el oeste de Asia. Ya a partir de 2018 la Iniciativa (con su denominación actual de BRI), incorporó África, Oceanía y algunos países en la costa oeste de América Latina. Brasil todavía está discutiendo su adhesión.

La efectivización del ingreso a la Franja y la Ruta va a potenciar la inversión en vías férreas, puertos, aeropuertos y carreteras. Para ello, Argentina puede aprovechar su pertenencia (desde 2020) al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por su nombre en inglés). Con 80 países miembros, el Banco fundado en 2014 ya ha financiado proyectos de conectividad por 41 mil millones de dólares. Para los próximos años, además de la inversión en infraestructura, el organismo crediticio piensa destinar fondos a la transición ecológica de la economía, financiando energías limpias y adecuando la infraestructura a los requerimientos del cambio climático. Claro que los recursos no son infinitos y su mejor aprovechamiento va a requerir un planeamiento plurianual del que hoy carecemos.

La pertenencia al BRICS y a BRI nos pone en contacto con una miríada de organismos regionales para los cuales nuestro futuro gobierno también tiene que desarrollar políticas. Por ejemplo, Rusia, China e India son miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO, por su nombre en inglés). La OCS es una organización de seguridad colectiva integrada actualmente por ocho miembros (China, India, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán), cuatro Estados observadores (Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia) y seis “interlocutores” (Armenia, Azerbaiyán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turkmenistán). Se trata de la mayor organización internacional de su tipo por el ámbito geográfico de su acción, por su población y poder económico. En los últimos años la OCS ha sido bastante eficaz en la preservación de la paz y la estabilidad y en el combate al terrorismo en Asia. El nuevo rol de Argentina obliga a nuestro país, por sí mismo o por los organismos regionales a los que pertenece (Mercosur, Unasur, CELAC) a dialogar con esta organización.

Si nuestra diplomacia y nuestros negocios comienzan a circular por Eurasia, tendrán también que entenderse con la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), la zona de libre comercio de Asia Oriental que integra a 15 países, entre ellos a China y a Australia. El acuerdo respectivo entró en vigor este viernes 2 tras su ratificación por Filipinas.

Puede mencionarse también la Unión Económica Euroasiática (EAEU, por su nombre en inglés), integrada por Rusia, Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán. Bajo el lema “La integración euroasiática en un mundo multipolar” esta unión celebró los días 24 y 25 de mayo en Moscú el IIº Foro Económico Euroasiático. Al encuentro asistieron más de 2.700 participantes y representantes de los medios de comunicación de Rusia y 59 países y territorios. Tradicionalmente en la EAEU se presta gran atención a la cooperación con América Latina. En la actualidad, la cuota de los países latinoamericanos en el volumen comercial de la EAEU es sólo del 3%, aunque el potencial de cooperación es enorme. Otro desafío para Cancillería y el Ministerio de Economía argentinos.

La lista podría seguir por los organismos de cooperación africanos y por la Asociación Africana de Libre Comercio (AFTA, por su nombre en inglés). Recordemos que Pretoria tiene la presidencia pro tempore de BRICS y está organizando la cumbre de agosto próximo.

Después de dos siglos de hegemonía occidental el centro de la economía mundial ha pasado del Atlántico Norte a Asia. Estados Unidos sigue siendo la mayor potencia militar, pero ya no tiene la primacía económica. Esta transición, sin embargo, no está acompañada por el surgimiento de una nueva hegemonía mundial. China carece de la ideología universalista y de la fuerza militar para ello. Esta circunstancia es positiva, pero crea un vacío de poder que es necesario llenar. Pekín ha elegido a Argentina como su contraparte en América del Sur, porque nuestro país tiene los recursos, el desarrollo y la inteligencia para ocupar eficazmente el ángulo suroccidental de la nueva construcción mundial. Pero este honor conlleva la enorme responsabilidad de crecer y madurar. Sin pelearse con Washington, la clase dirigente argentina debe formular rápidamente una estrategia de desarrollo e inserción internacional que integre la economía y la sociedad de nuestro país, al mismo tiempo que pone el centro en las relaciones Sur-Sur. La puerta al puesto de comando del nuevo mundo está abierta. Si no entramos ahora, no lo haremos en mucho tiempo.


Eduardo J. Vior é um veterano sociólogo e jornalista independente, especialista em política internacional, professor do Departamento de Filosofia da Universidade de Buenos Aires (UBA).

One Comment

  1. Elmano Fernandes said:

    Para a Frente com os BRICS+, para alcançar um Mundo Multipolar mais justo e Equitativo. Fim ao Hegemon, patrono do Capitalismo Selvagem e Predador.

    4 June, 2023
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